Tolerancia, camino de amor y de vida

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Para aprender el valor de la tolerancia es preciso aprender a no enjuiciar, dejar de hacer juicios sobre lo que está bien y lo que está mal.

El maestro Zen, Thich Nhat Hanh, Poeta y monje budista vietnamita, incansable activista por la paz y propuesto para el Premio Nobel de la Paz en 1967 por Martin Luther King pone de manifiesto: «la tolerancia a las personas “aunque no a sus acciones” surge sólo a través de la comprensión. Tenemos que comprender por qué se comportan de ese modo, cómo han llegado a ser así, por qué no ven las cosas como nosotros las vemos» (?). Y continúa: «Nuestra mente racional protestará ante la idea de observar profundamente dentro de la mente de nuestro enemigo personal, tanto si es una única persona como si es un grupo de personas. Pero una vez que hemos mirado dentro de nuestro corazón, somos capaces de llegar a la comprensión de que todos somos una Unidad de este Universo, que estamos juntos en esta vida; el sol sale para todos de la misma forma, la lluvia cae sobre nosotros de la misma forma».

En definitiva, todos somos merecedores de amor

Parafraseando a Tchich Nhat Hanh, la tolerancia es un maravilloso valor humano, que nace desde el amor; que nace desde la aceptación a uno mismo y de donde parte la creencia de que nadie posee una vida más valiosa que otra, que nadie es menos que nosotros mismos. Para aprender el valor de la tolerancia es preciso aprender a no enjuiciar, dejar de hacer juicios sobre lo que está bien y lo que está mal. A veces caemos en la equivocación de juzgar todo lo de alrededor y no mirar lo que hay dentro de nosotros mismos. Una persona sana emocionalmente no sabe juzgarse ni juzgar. Se acepta tal y como es y acepta a los demás. Nuestro dialogo interno nos habla y nos dice: yo soy humano y por tanto, mis acciones son humanas y es ahí desde la mirada interior, desde dónde podemos ver con ojos compasivos a los demás. En esa voz interna amorosa nace el entendimiento y la empatía.

De nuevo quiero compartir las palabras del maestro Zen hablando sobre la persona a la que consideramos justo condenar: «Si nos imaginamos que hemos nacido en sus mismas circunstancias y condiciones, podremos ver que nos habríamos vuelto exactamente iguales a él. Cuando hacemos eso, surge la compasión en nosotros de forma natural y vemos que esta persona debe ser ayudada y no castigada».
Pero ¿por qué se es intolerante? Yo creo que la intolerancia es igual al miedo. El miedo atrae a la ira y con la ira podemos hacer estragos en los demás. Probablemente, no nos haremos de un arma para acabar con el otro, pero sí pensaremos en la forma más ruin de hacerle daño al otro. Como dije antes, es una acción humana. Pero los pensamientos se pueden cambiar y los únicos que podemos hacerlo, somos nosotros mismos, por tanto tenemos el poder de cambiar la acción. Desde la mirada del corazón, podemos proyectar comprensión, nos podemos poner en la piel del otro. Creo que es muy importante ser conscientes de nuestros temores y sentimientos ya que todo lo que reprimimos en nuestro interior a la larga puede producir grandes tragedias.

liberacion-de-corazasHace tiempo vi un reportaje en televisión que me hizo pensar sobre esto. Un periodista alemán había estando investigando sobre los primeros años de juventud de Hitler y tras muchos años de búsqueda encontró pruebas sobre su presunta homosexualidad. Ahora comprendo (pero no comparto sus acciones) el por qué su gran odio hacia los homosexuales. No aceptó sus propios temores y sentimientos y los proyectó en forma extrema y degradada sobre otros seres humanos, con consecuencias trágicas.
Miremos hacia nuestro interior ya que a través de nuestras reflexiones y acciones amorosas el amor se devuelve multiplicado. Todo lo que uno da le viene de vuelta, es la ley efecto y causa. Aprendamos a amarnos a nosotros mismos para así poder amar a los semejantes. En este vasto Universo, todos somos Uno.

Mucho amor y mucha luz.