El coltán. Responsable de las guerras en el centro de África

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Se trata de un mineral muy preciado, que se utiliza para fabricar móviles y aparatos electrónicos.

Las grandes empresas y los gobiernos no denuncian la grave situación socioeconómica y medioambiental que se vive en el Congo como consecuencia de las guerras por el control de este valioso mineral.

El coltán es un mineral que lleva muchos años siendo el objetivo estratégico que se marcan las principales compañías de exploración minera, pero del que ha salido poca información a la luz. Del coltán se extraen niobio y tántalo y tiene su principal fuente de exportación en la República Democrática del Congo (África). Pero sin duda, lo más curioso del tema es la relación que se establece entre el coltán, la guerra y el teléfono móvil, razones que han llevado a este mineral a ser un tema de controversia social y medioambiental e incluso objeto de debate en las propias Naciones Unidas.
La República Democrática del Congo es una de las grandes reservas tanto ecológicas como de minerales que existen en el mundo. De hecho, en este país que tiene más de 70 millones de habitantes se concentran cerca del 80% de las reservas mundiales de coltán, de ahí la importancia estratégica que tiene este país a escala global.

¿Qué es el coltán?

Es habitual asociar al coltán con un mineral, pero para ser específicos habría que matizar esta idea, ya que no es realmente ningún mineral establecido. Coltán es la abreviatura de dos minerales: columbio y tantalio. El primero es el óxido de niobio con hierro y manganeso (Fe, Mn), Nb2O6; y el segundo es óxido de tántalo con hierro y manganeso (Fe, Mn), Ta2. Es importante ver los óxidos O6, ya que establecen una solución sólida completa entre ambos minerales.

Además, el coltán es un mineral al que se le conoce como el oro gris, por su color y apariencia, así como por la importancia que ha adquirido en el mundo. Se trata de un mineral muy escaso en la naturaleza, y que es un recurso estratégico imprescindible para el desarrollo de las nuevas tecnologías, ya que se utiliza para la fabricación de teléfonos móviles, GPS, satélites artificiales, armas teledirigidas, televisores de plasma, videoconsolas, ordenadores portátiles, PDAs, MP3, MP4, cohetes espaciales, misiles, juguetes electrónicos, cámaras de fotos, etc. Esto hace que grandes compañías como Bayer, Nokia, IBM, Microsoft, Samsung, Philips, Hp, Canon, Panasonic, Motorola, Nintendo, Sharp o Sony se peleen por él.

Además de localizarse en África (80%), el coltán se encuentra en menor proporción en otras zonas del mundo, como Brasil (5%), Tailandia (5%) o Australia (10%). Por otro lado, el método de extracción del coltán es similar a los métodos de trabajo que ponían en práctica los antiguos buscadores de oro del Oeste Americano, lo cual general una gran cantidad de contratiempos a los trabajadores que día a día acuden a extraer este mineral.
De este modo, el trabajador del coltán es un obrero explotado y sometido a un duro trabajo en el que se ve afectada su salud y puede llegar a ver peligrar su vida.

La media de lo que puede ganar un trabajador congoleño en cualquier trabajo en su región son 10 dólares al mes, mientras que un trabajador del coltán puede conseguir de 10 a 50 dólares a la semana.
Para hacerse una idea de lo que mueve este mineral, puede verse un dato: el valor del niobio consumido en 2006 ascendió a 118 millones de dólares americanos, mientras que el de tántalo fue de 164 millones. Más datos. En los años 2000 y 2001 el kilo de coltán se pagaba al minero a 4 ó 5 dólares (unos 3 euros), mientras que en 2009 se pagaba a 2 dólares el kilo. Un buen trabajador puede producir un kilo de coltán al día.
El boom de la tecnología reciente ha hecho que el precio del coltán se dispare llegando a pagarse hasta 600 dólares el kilo en el mercado internacional en el año 2000, aunque la crisis actual lo sitúa por encima de los 400 dólares (unos 280 euros).

coltan2Entonces, ¿quiénes son las personas que trabajan en las minas? Principalmente, se trata de campesinos y ganaderos jóvenes que dejan sus campos para buscar unos ingresos más altos, así como desplazados de guerra o prisioneros de guerra. Lo peor es que en la mina también puede verse a miles de niños, cuyos cuerpos pueden fácilmente adentrarse en las minas a ras de tierra, eso sí, siempre vigilados por diferentes grupos armados que son los encargados de controlar las minas.

Habría que dar un paso más para comprender la verdadera situación del coltán. Su control siempre ha sido un objetivo para gobiernos, sabedores de la importancia que estaba ganando a escala mundial. Por ello, su explotación en África ha estado unida a conflictos bélicos para conseguir su control. Ello ha generado que las condiciones de explotación fueran penosas: régimen de semiesclavitud y desastres medioambientales con graves repercusiones en la fauna local de especies protegidas (como pueden ser tanto los gorilas como los elefantes), y también los graves problemas de salud que padecen los mineros que trabajaban en condiciones infrahumanas y con arcaicos métodos de explotación.

De este modo, cabe hablar de las consecuencias medioambientales que se desprenden de la explotación del coltán. Para su extracción se han invadido los parques nacionales del Congo, y los trabajadores lo extraen de sol a sol: largas jornadas en las que acaban exhaustos. Duermen y se alimentan en la selva montañosa de la zona por lo que dejan de cultivar sus tierras. Esto provoca que la población de elefantes haya disminuido un 80% y la de gorilas haya descendido un 90 % y que los bosques y los campos de cultivo se transformen en auténticos lodazales.

La vida en la República Democrática del Congo es complicada para los lugareños. Los chicos y chicas no van a la escuela y sufren muchas enfermedades por falta de agua limpia, de alimentos y de largas jornadas agotadoras, incluso del SIDA, que en muchas ocasiones les lleva a la muerte. No en vano, cada kilo de coltán que se extrae cuesta la vida a dos niños, y muchos de estos niños y jóvenes mueren víctimas de horribles desprendimientos de tierra producidos en la mina. La situación es terrible para muchas familias en la zona que tienen la obligación de obedecer a los patronos, lo que provoca que se produzcan miles de desplazamientos forzosos y miles de civiles hayan tenido que huir de sus hogares para convertirse en personas refugiadas. La explotación es tal que hasta testigos que han logrado salir airosos cuentan cómo se producía la violación de ancianas, mujeres y niñas.

Guerra por el coltán

Un informe de las Naciones Unidas sacó a la luz la explotación de los recursos naturales que se estaba llevando a cabo en el Congo. Del mismo modo, hay informes que demuestran que Ruanda, Uganda y Burundi están involucradas en el contrabando de coltán en el Congo, usando las ganancias generadas por su alto precio para continuar la guerra en dicha región africana. Las estimaciones hablan de que la guerra ha generado más de cinco millones de muertes.
Así, se estima que el ejército ruandés consiguió al menos 250 millones de dólares en 18 meses por la venta de coltán, a pesar de que no hay coltán en Ruanda. Pese a ello, todos los países involucrados en el conflicto niegan haber explotado los recursos naturales del Congo.
La República Democrática del Congo es un país inmensamente rico, pero paradójicamente vive empobrecido. Se trata de un país que tiene una superficie de 2,34 millones de Km² (5,5 veces España), y su esperanza de vida es ínfima: 47 años.

Quizás, la pregunta más interesante tras esbozar estas pequeñas pinceladas sobre la situación del coltán en el Congo sería: ¿por qué no se para la guerra? La respuesta es igual de sencilla e intuitiva: porque las grandes firmas con nombre propio de multinacionales se niegan. Es decir, empresas como Nokia, Alcatel, Apple, Nikon, Ericson o Bayer se niegan a ello y se citan en el Informe de la ONU como saqueadoras, además de ser financiadoras de la guerra y apoyar a gobiernos corruptos.

El actual mundo capitalista esta dominando todas las esferas, y la población parece ignorar buena parte de los entramados institucionales y de intereses que se mueven a lo largo y ancho del planeta. Es sencillo, por tanto, darse cuenta de que son esas grandes empresas fabricantes de ordenadores, móviles, videojuegos, etc. las que no quieren que se pare la guerra para poder seguir teniendo acceso al coltán. Lo peor podría es que los gobiernos lo consienten y que los medios de comunicación no hablan de ello.
Poco a poco, la situación real se está dando a conocer en el mundo, pero el problema medioambiental, político y socioeconómico relacionado con esta situación no acaba de salir a la luz pública, además, los estudios científicos sobre el coltán son aún insuficientes.

Lo que parece verdaderamente claro es que quien controle el coltán controlará el mercado. Así lo expresa Alberto Vázquez-Figueroa en su novela Coltán, cuando explica que «se trata del futuro. Muy pronto quien no tenga coltán no tendrá nada que hacer en la industria de las telecomunicaciones […] Quien controle el Congo, controlará el mercado». De este modo parece clara la importancia que ha adquirido este material, responsable del origen de las guerras étnicas que sacuden África Central.
El Congo se desangra por la codicia de las multinacionales que actúan con la complicidad de los gobiernos. Nuestro desarrollo y bienestar es a costa de su pobreza. La conclusión es bien sencilla: si se paraliza la guerra no se hace negocio con el coltán.